domingo, 28 de marzo de 2010

RECORDANDO

A un mes del cataclismo ocurrido el 27 febrero a las 3,44 horas del 2010, ese que venía con una sola misión: DESTRUIRLO TODO, borrar del mapa toda la zona región centro-sur de Chile. Afortunadamente no logró cumplir su propósito, y los que quedamos en buenas condiciones, más los damnificados que puedan cooperar, levantaremos a nuestro pais, como lo hemos hecho en otras tantas ocaciones si Dios lo permite. Pasado el susto, pero con mucha tristeza en el corazón, empezaremos a tomar nuestra rutina, alegres, mofándonos de nosotros mismos, de los chascarros, tapándonos los ojos para no ver tanto dolor. Leí en el periódico algo que me hizo gracia: un hombre ebrio que se salvó de la ola, justamente porque no se daba cuenta del peligro que corría, y lo más lógico no le había llegado su hora, la que Dios nos ha designado. La madrugada del 27 de febrero no se nos va a olvidar facilmente. Tomamos conciencia de lo poco que basta para echar abajo todas nuestras contrucciones, físicas y mentales. Tomamos conciencia de lo ridículo de nuestras vanidades.

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